miércoles, 18 de julio de 2012

El circo de las mariposas

Todo ser humano es irrepetible y se siente llamado a realizar una tarea que es la suya. En esto consiste el ser persona. La formulación kantiana del imperativo categórico que exige obrar «de modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y no meramente como un medio», es un reconocimiento de la dignidad privativa de todo ser humano, que, por otro lado, nunca es un ser aislado. En el análisis de uno mismo, se encuentran los propios deseos, las propias voluntades y las propias esperanzas; sin embargo, el ser humano es no sólo lo que él hace de sí mismo, sino también lo que los demás le han hecho. Por eso, toda soledad está acompañada, aunque sea de recuerdos: los “otros” siempre están ahí de alguna manera, para lo malo y para lo bueno.

Todo esto se puede apreciar en el premiado corto El circo de la mariposa, una emotiva historia de superación personal y de búsqueda del propio lugar en el mundo. Con una ambientación admirable, su inicio nos recuerda a la película de Tod Browning, Freaks, que describe cruelmente el mundo de los “fenómenos” de feria. También presenta similitudes con El hombre elefante, de David Lynch. Sin embargo, el protagonista de este corto no es Joseph Merrick, aunque comparta con este personaje su gran humanidad. “Yo no soy un monstruo... Soy un ser humano... Soy un hombre”, explotaba en una memorable secuencia de la película. Will, en cambio, asume su soledad y la maldad de los hombres con una resignada indiferencia, hasta que descubre que hay “otros” circos: el circo de la mariposa del señor Méndez. Allí descubrirá el valor de todo ser humano, incluso el suyo propio.

Joshua Weigel nos ofrece una bonita historia, a veces demasiado edulcorada, un cuento con final feliz que, sin embargo, se agradece en estos tiempos donde la narración está al servicio de la espectacularidad de las imágenes y no al contrario. Además, bastantes calamidades se están produciendo en el mundo. Un poco de alegría y de esperanza no vienen nunca mal. Os dejo con esta pequeña obra de arte. ¡Que la disfrutéis!  




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